jueves, 19 de julio de 2012

Hacia una Democracia ética y sostenible


Decía Paul Auster "Para aquellos que no tenemos creencias, la democracia es nuestra religión".

Este ha sido quizás el problema de los sistemas democráticos. Las filas políticas se han vaciado de gente con ideas e ideales gentes que, en ausencia de valores y creencias de todo tipo, hacían de la democracia su valor supremo. Esto implica que se justifica todo por (y con) la democracia y, como la democracia son los partidos, la máxima todo por la democracia (todo por la partitocracia) es por lo tanto la que ha primado.

Con esta brutal crisis que supuestamente ha creado el sistema económico los políticos se rasgan las vestiduras. Los de un lado dicen "no fue culpa nuestra, venía de fuera"; los del otro dicen "vaya pufo nos habéis dejado", pero tanto unos como otros declaran "menos mal que estamos aquí porque tenemos la solución al problema" (la tienen y no la aplican). En definitiva se acercan a nuestra oreja y nos susurran "somos imprescindibles", gastando para ello más esfuerzo que para resolver la "maldita crisis".


La realidad de todo esto, por mucho que se pretenda negar, es que la crisis ha venido de este nuevo constructo religioso conocido como democracia y elaborado al gusto del consumidor, el político. Esta democracia ha llegado a confundir los campos donde la política juega un papel esencial, de aquellos campos marco dentro de los cuales las política se mueve. Como ya expresé en mi artículo anterior los políticos han venido a tomar el control de aquellos organismos destinados al control (BdE, Tribunal de Cuentas, Tribunal Supremo, CNMV, Tribunal Constitucional, etc.). La partidos se han convertido así en unos entes omnicomprensivos que, han vaciado de contenido los órganos fiscalizadores para convertirlos en órganos instrumentales (por ejemplo, el TC rinde cuentas a aquellos que los han nombrado, prueba de ello es que antes de una votación todos los medios de comunicación saben qué va a votar cada miembro del Alto Tribunal).

Y al que siga pensando que la culpa es de la economía sólo le puedo decir lo que ya dije en mi anterior artículo: el problema del sector financiero no lo ha tenido la empresa privada (la banca) si no las cajas de ahorros gestionados por los políticos. No es por tanto la economía la que no funciona, es la política la que no lo hace porque no respeta sus límites y se embarca en proyectos que no le corresponden.

Personalmente opino que estos problemas, aunque suene a tópico, son fruto de la falta de valores y más concretamente de la falta de desinterés. Decía Kennedy "no te preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregúntate que puedes hacer tu por tu país" en España esta máxima se desvirtúa hasta el punto de convertirse en un "no te preguntes que puedes hacer por tu país, pregúntate que puedes sacar de tu país mientras beneficias a tu partido". La situación tiene por lo tanto que cambiar pero no tanto a nivel económico como a nivel político. Mientras esto no suceda nuestro sistema estará corrupto y como Alphonse Lamartine dijo: La democracia seguirá observando más cuidadosamente las manos que las mentes de quiénes la gobierna.

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