jueves, 23 de diciembre de 2010

Las ineficiencias del sector público

En una de mis últimas clases antes de comenzar exámenes escuché a un profesor afirmar: "La visión que tenemos del funcionario medio español, es la del sujeto que se encuentra detrás de un mostrador leyendo el Marca. Bueno, también puede darse el caso de que escrute la Vogue, dependerá del género" 

La realidad es que una de las profesiones más denostadas hoy día es la de funcionario público, entendido como el que hace los papeles, aquel sujeto de la administración con quien tratas para relacionarte con ella. Hace un tiempo tomó posesión de su cargo el nuevo presidente del Instituto de la Empresa Familiar, Isak Andic, dónde reclamó una serie de reformas en el sistema de contratación de los nuevos funcionarios que accedan a esta gran familia que es el sector público español. Digo gran familia porque en España son ya 3.088.400, cifra que si la comparamos con la de población activa (que ronda los 22,7 millones) nos da, aproximadamente, la nada despreciable cantidad de un 11 % de la población activa. Evidentemente aquí también incluimos médicos, profesores, policías...


El objetivo de esta reforma era permitir, en primer lugar, el despido de los funcionarios mediante la implementación de un régimen similar al de la empresa privada. Por otro lado se prendería que los salarios y remuneraciones de tipo económico fuesen variables en base al rendimiento. Con estas medidas se acabaría de raíz con un problema tan grave como es la falta de eficiencia (que no de eficacia) de la Administración.

Los partidos políticos han rechazo esta propuesta alegando que lo que el sector público busca es la estabilidad y, para esto se necesita que los puestos funcionariales tengan garantías de permanencia. Yo personalmente creo que la medida podría ser la adecuada. Simplemente lo que Andic dice es: Señores, aquí quien no haga bien su trabajo, a la rue. No olvidemos que el objeto de la Administración Pública es el servicio al ciudadano, el dar respuesta a las necesidades de los intereses generales. En el momento en el que la Administración se sobrecarga de ineficiencias este servicio al ciudadano es, cuanto menos, poco práctico. Y la palabras "poco práctico" con la afirmación "España esta a la cola de productividad y competitividad de los países desarrollados" tal vez tengan relación.

Parece entonces que si queremos que todo funcione correctamente y de la forma más eficiente (no sólo eficaz), hemos de empezar por mejorar aquellas instituciones que nos gobiernan. Rousseau afirmaba que el hombre en su estado natural es bueno por naturaleza y que era la sociedad la que lo corrompía generando en él codicia y envidia. De manera análoga podemos afirmar que la empresa es productiva por naturaleza y que son las instituciones públicas las que las corrompen con su legislación. Si queremos cambiar la economía de este país comencemos por nuestras instituciones, que falta les hace.

No hay comentarios:

Publicar un comentario