miércoles, 25 de mayo de 2011

Reflexiones sobre la democracia


Siento el retraso en la actualización del blog, los exámenes me han tenido totalmente absorto durante un mes; mes en el que han ocurrido importantes sucesos. Sin duda uno de los más significativos ha sido la aparición del movimiento 15-M y los resultados electorales que le siguieron.

Me gustaría decir en primer lugar que no puedo mostrarme ni a favor ni en contra de dicho movimiento, ya que creo que ni ellos mismos saben lo que proponen. Lo que si es evidente es que nuestra democracia necesita modernizarse si no quiere caer en el anacronismo. 

El modelo del 78 funcionó en un tiempo en el que se requería estabilidad política pero, a día de hoy, el sistema partitocrático bipartidista en el que vivimos no es, ni de los lejos, el más conveniente. No, si queremos pasar de ser una democracia joven a una democracia madura, diferenciación que sólo puede conseguirse permitiendo más libertad al ciudadano y para ello, tarde o temprano, se ha de acabar con las listas cerradas y la disciplina de voto.

En cuanto a la apertura de listas a mi juicio presenta dos ventajas: en primer lugar no obliga al ciudadano a alinearse con la ideología de un partido político (hecho que creo que ha fomentado en los últimos años una crispación social deleznable); en segundo lugar la apertura de listas permitiría al ciudadano excluir a los políticos menos capaces y elegir a los más validos. Esto no sólo fomentaría la competencia entre los miembros de los partidos, sino que haría el sistema el sistema más representativo. Esto es así ya que el ciudadano no se vería representado por un cuadro de políticos que ha elegido en bloque, sin conocerlos, sino que compondría el parlamento asiento por asiento; candidato por candidato.

En cuanto aumentar la libertad en el partido acabando con la disciplina de voto tendría un doble efecto positivo, tanto para el representante como para el representado: en primer lugar permitiría al político actuar en conciencia, pudiendo así votar lo que considerase más adecuado con sus ideas y su moral; en segundo lugar permitiría al ciudadano conocer mejor a quien le representa y podría, así, exigirle responsabilidad directa por sus decisiones.

Finalmente una democracia fuerte, considero, no ha de estar sustentada en los partidos políticos sino en la sociedad civil. La única forma de ejercer la libertad real es que, esta, se sustente sobre los hombros de los que la ejercen ya que la libertad no se entrega, es innata y ha de defenderse.

Los cambios en el sistema son necesarios; no han de hacerse con premura pero han de hacerse. El incrementar la capacidad de decisión de los ciudadanos no es sólo necesario, es inevitable, si no queremos que nuestra democracia se convierta en una democracia ilustrada: todo para el pueblo y que parezca que decide el pueblo, pero sin el pueblo...

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